Decálogo
El Decálogo – Asociación de Coaching Femenino ACF
Decálogo ético y profesional de la Coach Femenino
Este decálogo reúne los principios esenciales que orientan la práctica del Coaching Femenino, ofreciendo una guía ética, metodológica y humana para quienes acompañan a mujeres en sus procesos de transformación personal y colectiva. Es un compromiso con la integridad, la sororidad y la responsabilidad profesional.
1. Establezco acuerdos claros y honro la confidencialidad
Inicio cada proceso de acompañamiento construyendo acuerdos éticos y transparentes que definen los objetivos, límites, condiciones, duración y responsabilidades compartidas. Estos acuerdos garantizan un marco de respeto, autonomía y claridad para ambas partes. Sostengo la confidencialidad como un principio esencial del cuidado ético: todo lo que la mujer comparte en sesión permanece resguardado. Esta práctica no solo protege su intimidad, sino que también fortalece la confianza y la profundidad del vínculo profesional.
Me comprometo a revisar y actualizar estos acuerdos cuando sea necesario, como gesto de integridad y respeto por la evolución del proceso.
2. Cultivo vínculos de confianza y presencia empática
Mi rol como Coach Femenino se basa en construir relaciones auténticas, humanas y sororales, donde la confianza se consolida desde la coherencia entre lo que soy, lo que hago y lo que ofrezco. Genero entornos de seguridad emocional donde cada mujer pueda sentirse escuchada, validada y respetada, sin temor a juicios ni expectativas externas. La presencia empática, la escucha profunda y la comunicación transparente son pilares esenciales para acompañar procesos de transformación con integridad.
Me comprometo a sostener vínculos genuinos y conscientes que fortalezcan la confianza como base del crecimiento compartido.
3. Acompaño desde el presente con enfoque transformado
Trabajo desde el aquí y el ahora, reconociendo que todo proceso de coaching inicia en el presente vivido, con sus desafíos, recursos y posibilidades. Mi acompañamiento se orienta a despertar conciencia, resignificar experiencias y abrir nuevos sentidos que impulsen a la coachee hacia su realización personal y su bienestar integral. Evito intervenir en temas que requieren abordajes clínicos o terapéuticos, manteniéndome dentro del marco ético del coaching. Desde el presente, promuevo una mirada activa, reflexiva y orientada al cambio sostenible.
Me comprometo a habitar el presente con presencia ética y a facilitar procesos que potencien el crecimiento consciente.
4. Escucho con sensibilidad, cuerpo y mente
Practico una escucha activa, profunda e integral, reconociendo que en cada mujer habita una historia, un contexto, un lenguaje y un ciclo vital únicos. Estoy atenta al lenguaje verbal, no verbal, emocional y corporal, así como a los silencios y a las expresiones sutiles que revelan sentidos profundos. Me abstengo de interpretar desde mis propios filtros o experiencias, ofreciendo una presencia abierta, empática y libre de juicio. Escuchar con todo el ser es, para mí, un acto de respeto y validación del mundo interno de cada coachee.
Me comprometo a ofrecer una escucha ética, sensible y comprometida con la verdad emocional de cada mujer.
5. Facilito espacios creativos y potenciadores
Creo entornos seguros de introspección y expresión, donde cada mujer pueda conectar con su mundo interno desde la libertad y el respeto. A través de recursos, dinámicas vivenciales y herramientas de coaching femenino, facilito procesos que invitan a descubrir nuevas perspectivas, reconocer emociones y desbloquear barreras internas de forma intuitiva y significativa. Estos espacios, sensibles al ritmo, contexto, historia y la singularidad de cada mujer, activan su sabiduría interna y se convierten en vías poderosas para el empoderamiento, la transformación y el florecimiento personal.
Me comprometo a crear experiencias que enriquezcan el camino de cada mujer, despertando su potencial desde la fuerza creativa que habita en ella.
6. Honro la dignidad de cada mujer
Acompaño sin juicios, sin imponer visiones ni asumir verdades ajenas. Reconozco que cada mujer es portadora de una historia única, tejida por su cultura, cuerpo, espiritualidad, etapa vital, entorno y experiencias. Desde esta conciencia, valido y celebro las múltiples formas de ser, sentir, nombrarse y habitar el mundo. Sostengo una práctica inclusiva y respetuosa, libre de estereotipos, basada en la igualdad, donde no existe un único camino hacia el empoderamiento, ni una sola manera “correcta” de ser mujer.
Me comprometo a custodiar la dignidad, la autonomía y la libertad de cada mujer, acompañando desde una ética del cuidado que honra su identidad, su voz y su soberanía interior.
7. Genero aprendizajes que amplían posibilidades
Facilito experiencias de autoconocimiento que permiten a cada mujer descubrir recursos internos, tomar decisiones alineadas con su verdad y abrir caminos hacia una vida más consciente y plena. Mi acompañamiento no se basa en dirigir ni aconsejar, sino en crear un entorno seguro donde pueda surgir la reflexión, la creatividad y la acción significativa. Acompaño desde el respeto por la autonomía, favoreciendo que la coachee amplíe su mirada, resignifique sus creencias y elija con libertad el rumbo de su propio proceso.
Me comprometo a sostener procesos que empoderen a la mujer desde su sabiduría interna, promoviendo aprendizajes transformadores que fortalezcan su capacidad de agencia y acción.
8. Sostengo procesos de transformación con ética y contención
Mi acompañamiento parte del respeto absoluto por el proceso único de cada mujer. No fuerzo resultados ni impongo ritmos, sino que me alineo con su deseo, sus tiempos y sus límites, confiando en la sabiduría interna que habita en ella. Aporto herramientas, escucha y presencia consciente para facilitar un camino de transformación genuina, que emerja desde su autonomía y sentido de propósito. La contención emocional, la ética y la empatía son los pilares desde los cuales sostengo cada encuentro, sabiendo que el cambio real ocurre cuando hay confianza, cuidado y libertad.
Me comprometo a acompañar con responsabilidad, presencia y coherencia, generando condiciones seguras para que cada mujer pueda florecer a su propio ritmo.
9. Me abstengo de aconsejar o inducir decisiones
No impongo verdades ni brindo soluciones predefinidas. Mi práctica se basa en la convicción de que cada mujer posee dentro de sí los recursos necesarios para encontrar sus respuestas. Por ello, no dirijo su camino ni condiciono sus elecciones, sino que creo el espacio para que emerja su propia claridad interior. Sostengo una intervención basada en la formulación de preguntas poderosas, devoluciones éticas y presencia empática, que invitan a la reflexión profunda sin interferir en la autonomía de la coachee. Evito toda forma de juicio, diagnóstico o consejo que limite la exploración interna o genere dependencia. Confiar en el discernimiento propio de cada mujer es un acto de respeto, ética y sororidad.
Me comprometo a confiar en el proceso interno de cada mujer, honrando su capacidad de decisión y respetando su soberanía emocional y existencial.
10. Facilito la construcción de metas con propósito y autonomía
Acompaño a cada mujer a clarificar sus deseos, identificar sus recursos y definir metas alineadas con su propósito vital, sus valores y necesidades reales. No impongo caminos ni soluciones, sino que facilito un proceso reflexivo y colaborativo en el que la coachee es protagonista. Co-creamos planes de acción con indicadores claros, flexibles y realistas, que le permitan avanzar desde su autenticidad, tomando decisiones conscientes y sostenibles. El rol de la Coach Femenino es facilitar el proceso, pero es la coachee quien toma las decisiones y asume la responsabilidad sobre sus elecciones y acciones.
Me comprometo a cuidar que el diseño de objetivos surja de un proceso respetuoso, participativo, colaborativo y empoderador.
¡Ética viva en acción!
Este Decálogo sintetiza los pilares éticos y metodológicos del Coaching Femenino impulsado por la Asociación ACF. Cada uno de sus principios refleja una práctica profesional fundamentada en el respeto, la autonomía, la escucha profunda y la validación de la experiencia única de cada mujer.
Más que una normativa, este decálogo representa un compromiso con una forma de acompañar que honra la dignidad humana, reconoce las desigualdades de género, y promueve procesos de transformación sostenibles, responsables y empáticos.
Actuar desde estos principios implica ejercer la profesión con integridad, sensibilidad y claridad, sosteniendo espacios de confianza donde las mujeres puedan explorar, crecer y liderar su propio camino.
Al adherirse a este marco, la Coach Femenino no solo fortalece su labor individual, sino que también contribuye a construir comunidades más justas, empoderadas y conscientes. Este compromiso ético se cultiva en la práctica cotidiana, en la reflexión constante y en la responsabilidad de seguir aprendiendo para acompañar con coherencia, presencia y profundo respeto por la libertad de cada mujer.
